ciudad de manta

hace 3 años · Actualizado hace 8 meses

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Contenido en esta publicación
  1. ¿Qué deberías saber?
    1. El futuro del pueblo Manta y su etnogénesis
    2. Los indígenas de la costa han desaparecido desde mediados del siglo XVI.
    3. Sistema socioeconómico

La primera noticia histórica de los habitantes de la costa ecuatoriana se remonta a 1526 cuando se produjo el encuentro fortuito de una balsa indígena dedicada al comercio con una embarcación española.

¿Qué deberías saber?

  • La cronología arqueológica del Costa ecuatoriana delimita un período entre 800 y 1532 d.C. que se llama "mantenerse". Corresponde a una cultura organizada en dominios y dominios que fue la que encontraron los españoles a su llegada.
  • Su economía se basaba en la agricultura y la pesca, impulsada por una fuerte vocación comercial con rutas marítimas de largo recorrido.
  • El concha de spondylus Fue la base de todo comercio y muestra del potencial comercial y de navegación de los manteños.
  • Las sillas del poder y los centros de reuniones eran símbolos de una forma particular de organización sociopolítica con centros ceremoniales y gubernamentales de influencia regional.

El futuro del pueblo Manta y su etnogénesis

La primera información histórica de los habitantes del Costa ecuatoriana está fechado en 1526 cuando tuvo lugar el encuentro fortuito de una balsa indígena dedicada al comercio con un barco español.

A partir de ese momento se desmantelaron las rutas comerciales y los historiadores sostienen que hubo un colapso demográfico generalizado debido a enfermedades y la consecuente ruptura de redes y sistemas de producción preexistentes. Entonces, frente al interés obsesivo que despertó Los Andes y los centros de poder inca, esta parte de la costa ecuatoriana ha quedado relegada a un segundo plano.

La escasa atención que ha despertado en los cronistas tiene consecuencias irreparables para la reconstrucción de su historia. Estos nativos Ni siquiera fueron nombrados, no tenemos un nombre específico para ellos.

Tampoco hay datos sobre el idioma que hablaban. Se abre así el camino a hipótesis y especulaciones a las que se une el desarrollo colonial de estos colonos.

En la historiografía local, todo esto reafirma la particularidad de la costa frente al resto del país. Por un lado se niega que los incas hayan sometido a estos pueblos costeros y por otro se hipotetiza un origen diferente al del resto de los colonos americanos.

Los indígenas de la costa han desaparecido desde mediados del siglo XVI.

Pocos españoles se asentaron en estas tierras: no había recursos atractivos (oro o piedras preciosas) ni suficientes indígenas para hacer frente a grandes empresas. Como era de esperar, este rincón de la costa se ha convertido en un paraíso para los piratas.

Así se forma una sociedad de frontera, en la que, más que la rigidez de los sistemas de castas de la colonia americana, la norma era una movilidad social muy pronunciada.

La escasez de noticias sobre estos pueblos indígenas durante los siglos XVII y XVIII no se superó hasta la segunda mitad del XIX cuando aparecen en su lucha referencias a las iniciativas de los habitantes de Jipijapa, la comuna indígena más importante de la región, como indígenas, por el reconocimiento de la propiedad de la tierra.

Parece evidente que en estos siglos se ha producido un proceso ambivalente de desindianización e indianización de la población indígena, como estrategia tanto para deshacerse de los impuestos (desindianización) como de reclamos territoriales (indianización).

Esta táctica de visibilización o invisibilidad de lo indígena se ve impulsada precisamente por ese carácter periférico que flexibiliza mucho la movilidad social, como ocurre en otros contextos.

La autocalificación como indígena o mestizo parece abrirse a un cálculo pragmático favorecido por la laxitud del gobierno en estas latitudes.

Sistema socioeconómico

Las haciendas, como sistema socioeconómico, marcarán la evolución de estas tierras desde mediados del siglo XIX hasta la segunda mitad del siglo XX.

Su establecimiento presuponía una forma de apropiación territorial en conflicto con los intereses de los habitantes locales; pero poco más podían hacer que convertirse en empleados de las nuevas granjas.

Sin embargo, el declive de este sistema socioproductivo ha traído consigo un resurgimiento local que coincidió con nuevos reclamos territoriales y la constitución legal --entre los años sesenta y setenta-- de las cuatro comunidades que hoy conforman el ciudad de manta (que en la década de los ochenta se enmarcaban conjuntamente dentro del nuevo cantón de Puerto López).

El proceso histórico contemporáneo de estas comunidades está marcado por (1) la desactivación del régimen de la hacienda, (2) el desarrollo de una política de protección ambiental que culmina con la creación del Parque Nacional Machalilla (1979), (3) las excavaciones arqueológicas que han continuado de forma continua desde finales de los setenta y (4) el progresivo desarrollo turístico de toda la región.

Este reciente desarrollo es un indicador de la superación del carácter marginal secular del sur de Manabí.

Las comunidades de manteñas viven hoy principalmente de la agricultura, la pesca y la recolección de frutos silvestres, pero sobre todo del turismo (en base a su patrimonio arqueológico) que se está convirtiendo en la actividad con mayor peso en sus economías.

Mantienen territorios de propiedad municipal abrumados por deseos especulativos, provocando muchos conflictos.

Asimismo, el reglamento de la Parque Nacional Machalilla Las actividades de pesca, cría, recolección y turismo están afectando, aunque la crisis y los enfrentamientos con la administración del parque se superaron ya a principios de los años ochenta.

Desde 1992 los manteños celebran la "Fiesta de la balsa manteña" que recuerda el primer encuentro de los nativos costeros con los conquistadores en 1526.

Frente a los actos oficiales del 500 aniversario del "descubrimiento de América" ??en 1992, las organizaciones indígenas a nivel internacional se han propuesto expresar los "quinientos años de resistencia indígena".

El surgimiento de la fiesta de la balsa manteña es una prueba de que estas comunidades no han sido aisladas del movimiento indígena ecuatoriano. Adoptaron esa invitación reivindicativa pero en este caso fuertemente connotada con la expresión de sus derechos de posesión territorial como descendientes de aquellos colonos del siglo XVI.

Conjuntamente con este ritual festivo, se desató un movimiento de protesta que exigía una identidad diferenciada incluso sin una definición explícita.

Agua Blanca, El Pital, Las Tunas y Salango, buscaron un espacio propio entre la identidad Montubiana - Mestiza y con un fuerte arraigo en el conjunto Manabí- y la identidad Huancavilca - de carácter indígena, extendiéndose al norte de la vecina provincia de santa elena, y que teóricamente integró estas comunidades de Manteñas bajo el paraguas de Manta-Huancavilca.

Sin embargo, las comunidades Manteña no se sintieron representadas en esa ciudad de Manta-huancavilca y pidieron su autonomía.

Al mismo tiempo, los problemas de tierras comunales aún estaban latentes en comunidades como Agua Blanca o Las Tunas en ese momento y alcanzaron su máxima virulencia en Salango, con ventas calificadas como ilegales y varios episodios de violencia dentro de la comunidad.

Asimismo, a partir de la década de los noventa, el reclamo indígena ecuatoriano, liderado por la CONAIE, tuvo como elemento principal de sus propuestas el reclamo de los derechos de posesión y propiedad de las tierras ancestrales.

La legitimidad de estas tierras descansaba precisamente en el carácter colectivo de su reivindicación, en la que los sujetos de derecho no eran individuos sino pueblos. En este punto, la ascendencia necesaria para la reivindicación territorial solo podría materializarse mediante el reconocimiento como pueblo indígena diferenciado.

Por otro lado, en una carrera por legitimar el carácter indígena de la Ecuador y para conquistar el poder en el contexto político nacional, cada atisbo de pueblo en formación, cada identidad emergente, eran objeto de interés preferencial: la CONAIE y otras organizaciones indígenas serían más fuertes en la medida en que representaran a más pueblos y nacionalidades.

En este contexto, se debe ver el camino, indudablemente alentado desde el exterior, que estas comunidades siguieron para ser acogidas en la CONAIE en 2005.

En el mismo año, el mismo estado, a través de la Consejo para el Desarrollo de las Nacionalidades y Pueblos del Ecuador (CODENPE) reconoció oficialmente al pueblo de Manta, legitimó a sus líderes y registró sus estatutos.

Casi quinientos años después del primer encuentro de los indígenas de la costa con los conquistadores, la política multicultural ha legitimado el surgimiento de un nuevo actor indígena en el Ecuador.

En los formularios del censo de población de 2010, bajo el epígrafe reservado para el autorregistro indígena, "Manta" aparece como uno de los municipios a asignar en el país, garantizando así la culminación formal del proceso etnogenético.

Ante la ausencia de particularidades lingüísticas o culturales, el territorio debe ser considerado como una dimensión fundamental del proceso de etnogénesis de Manteña, la reivindicación territorial tiene una base común muy sólida.

El conjunto de comunidades que hoy se llaman "manteñas" nos coloca frente a un proceso táctico-adaptativo que tiene una respuesta tanto mecánica como pasiva y con creatividad propia.

Nada nuevo, en cambio, en el pasado los habitantes de esta región se habían autoindicado o autoindicado como recomendaba la situación fiscal, política o territorial, y siempre bajo el dominio de poderes externos.

Hoy la amenaza a su forma de vida pasa por las regulaciones restrictivas del Parque Nacional y la especulación urbana. Pero la coyuntura económica también reserva oportunidades que acechan en el mercado y que están íntimamente ligadas a la legítima defensa de su condición de ciudad ancestral.

Es paradójico ver que tanto el Estado como los organismos internacionales han favorecido, directa o indirectamente, los procesos de etnogénesis desde la década de los ochenta: basta recordar cómo los proyectos de intervención socioeconómica se aplican preferentemente a las poblaciones indígenas.

Propio ciudad de manta Vio cómo la intervención de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) en 2008 se vio facilitada al apuntar a una población indígena en lugar de a cada una de las comunidades por separado.

En la situación actual, la indigenización confiere una marca especial que ubica estratégicamente a quienes la poseen como receptores de ayuda internacional.

Los manteños emergen así en medio de una cacofonía de identidades y reclamos en el Ecuador contemporáneo, con el estado plurinacional de fondo y el respaldo de organizaciones indígenas nacionales e internacionales.

El llamamiento al manteño es una forma de participación política; pero también es una forma eficaz de diferenciarse y adquirir autonomía para afirmar la exclusividad en un territorio y posicionarse estratégicamente frente al mercado turístico.

Todo ello hace de la etnogénesis algo más que una consecuencia mecánica de un proceso que se origina desde el exterior, y que a su alrededor podemos percibir el surgimiento de prácticas creativas que nos ayudarán a comprenderlo más profundamente.

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