Galería - Taller del colegio Quiteña de La Ronda

hace 3 años · Actualizado hace 8 meses

Galería - Taller del colegio Quiteña de La Ronda
Contenido en esta publicación
  1. ¿Qué deberías saber?
  2. La escuela de Quito
  3. Intercambio de miradas
  4. El camino del salmón
  5. Un arte en peligro de extinción
  6. Nuestra cultura es lo mejor de nuestros atractivos turísticos

Sin duda, este rincón de Quito es una visita obligada en el itinerario de los turistas amantes de la cultura, no hay forma de no emocionarse al visitar este laboratorio.

¿Qué deberías saber?

  • La Galería - Taller del colegio Quito, a cargo del maestro Jiménez está ubicada en la casa 989 de la calle Juan de Dios Morales, mejor conocida como calle La Ronda en El centro histórico de Quito
  • Entrada gratuita, está abierto de martes a sábado de 9:30 a 22:00 y los domingos de 9:30 a 15:00.
  • 3 talleres comparten este espacio: Escuela de Quito, orfebrería y forja artística.
  • Si te gusta el arte, este es un gran lugar para aprender y comprar.

La escuela de Quito

"Incarnato" es el nombre de la técnica que aporta naturalidad y humanismo a las obras pictóricas y escultóricas al obtener el color exacto de piel de los personajes representados. La inclusión de paisajes y fauna andina, así como la tonalidad ocre en combinación con colores fríos y la atención al detalle a través de pequeñas tallas, son algunas de las características de la escuela quiteña, características que fascinan a los visitantes del taller del maestro. Está ubicado en la casa 989, en el corazón del barrio La Ronda, en el centro histórico de Quito.

Intercambio de miradas

Jose luis jimenez recuerda la primera vez que escuchó a los santos mirándolo. Yo tenia 6 cuando Señor de la prisión, de la Iglesia de San Francisco movió todo su ser. Abrazando las rejas, no podía entender cómo alguien había logrado captar la mirada desconsolada de Jesús, sus ojos se perdían en los cientos de detalles de las manos, el cabello y la piel ensangrentada del Hijo de Dios.

El impacto de esa tarde fue tan fuerte que, desde entonces, este quiteño del barrio Recreo, al sur de Quito, busca excusas para pasear por la calle Cuenca, desde el Iglesia de La Merced en la esquina de la Plaza de San Francisco, donde contempló la estatua de piedra de Fray Jodoco Ricke, primer maestro fundador del Colegio de Artes y Oficios de San Andrés (1565), cuna del Colegio Quito.

Pasó su adolescencia explorando las iglesias del centro histórico de Quito, hasta el punto que sus padres miraron a su hijo a un futuro sacerdote. Pero no, ni siquiera José Luis conocía en ese momento el camino que le había preparado la vida, tanto que luego de terminar el bachillerato se matriculó en la Politécnica para estudiar ingeniería de sistemas. Ya en las aulas, José Luis sintió un vacío profundo, sus manos en complicidad con sus piernas, exigiendo un trabajo. No recuerda tan bien como una tarde, en Iglesia de Santo Domingo un grupo de restauradores le mostró el camino a la Escuela de Artes y Oficios de Quito. Su prueba de aptitud vocacional se llevó a cabo en vivo y directo, con una decena de santos como testigo.

La formación en la escuela tiene una duración de 3 años, fue en esas aulas donde la mente de José Luis empezó a disfrutar de la alegría de diseñar y sus manos empezaron a celebrar la alegría de crear. Su entusiasmo le permitió ser aceptado por el maestro Salomón Enríquez quien lo acogió durante dos años en su laboratorio. Siete aprendices compartieron ese taller donde Salomón los llevó de niños y les enseñó con paciencia los secretos de la escuela quiteña.

El camino del salmón

Cuando se le preguntó en la entrevista para ingresar a la escuela de arquitectura de la UTE por qué no eligió la carrera de restauración, José Luis recordó cómo le gustaba ir a contracorriente desde niño. Y es que los tropiezos le habían enseñado que esos caminos eran los que daban mayor satisfacción a su joven vida. La arquitectura era para José Luis, el camino lógico que debería haber seguido para perfeccionar su oficio, tal vez pensando en un joven Gaudí que antes de ser arquitecto era artesano, José Luis inició su carrera como arquitecto confiando en que ese era el camino correcto.

Y no se equivocó, porque la arquitectura le ofreció nuevas perspectivas desde las que su arte empezó a afianzarse, la prueba más clara de ello son sus armarios, pequeños muebles de madera que esconden cajones secretos y que son dueños de una belleza excepcional.

Y no se equivocó, porque la arquitectura le permitió diseñar proyectos, los mismos que le han dado buenos resultados a lo largo del tiempo. Así, durante un par de años, José Luis compartió la casa 989 con otros maestros que preservan las tradiciones y técnicas artesanales de la escuela quiteña. En su tienda, los turistas pueden conocer un poco la historia de Quito, mientras son conmovidos por las miradas de los santos, los hijos de Jesús y las vírgenes de Legarda.

Un arte en peligro de extinción

Puedes contar con los dedos de tu mano, los artesanos que mantienen viva la tradición de la Escuela Quito, son pocos y cada vez menos. Hace un par de años, la Escuela de Artes y Oficios de Quito cerró sus puertas por falta de fondos, lo que complica aún más la preservación de esta tradición quiteña.

Sin embargo, son estos pocos artesanos los que día a día dedican su vida a preservar las técnicas que han llenado de gloria la escuela quiteña. Se dice que el rey Carlos III, refiriéndose a la escuela de Quito, expresó:

No me importa que Italia tenga a Miguel Ángel, en mis colonias tengo al maestro Caspicara.

Y es desde esa gloria que José Luis piensa en el futuro, sabe que en las artes y oficios de Quito hay más que un tesoro por descubrir:

El turismo está aquí, en el oficio de los quiteños, en el arte que producen, en el afán de grandeza que Caspicara, Legarda, Pampite, Godivar, Samaniego buscaban para Quito.

Nuestra cultura es lo mejor de nuestros atractivos turísticos

Sin duda, este rincón de Quito es una visita obligada en el itinerario de los turistas amantes de la cultura, no hay forma de no emocionarse al visitar este laboratorio, el orgullo de Quito. Mientras busco palabras para expresar lo que sentí al visitar a José Luis, encontré una melodía que funciona mejor.

Estoy buscando melodía, para tener como llamarte.
¿Quién fuera ruiseñor? 
¿Quién fuera Lennon y McCartney, 
Sindo Garay, Violeta, Chico Buarque?
¿Quién fuera tu trovador?

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