IntI raymi de Quiroga

Esta fiesta coincide con el solsticio de verano en un país donde el sol cae perpendicularmente sobre la cabeza de cientos de indígenas que, en esta ocasión, buscan ocupar la plaza central de Cotacachi como símbolo de cultura y resistencia.
INTY RAYMI
Las comunidades ancestrales que conforman este pintoresco pueblo del altiplano ecuatoriano bailan durante cuatro días, en grupo, con un pisoteo contagioso que, por momentos, incluso intimida, porque es fuerte y rítmico, como para establecer que están ahí.
"Esta es la fiesta del sol, el Inti Raymi (Dios Sol, en quichua)", dijo Pedro de la Cruz, parlamentario indígena andino, originario de Cotacachi, quien señaló que la fiesta ancestral coincide con los santos de Pedro y Paolo. .
Los españoles, en la conquista, "nos dieron nombres de santos, pero esto también es una celebración de la unidad, el compañerismo, la amistad y la rebelión", dijo De la Cruz.
“Es un baile en honor al sol, por eso es circular”, observó el legislador que no acepta que este evento sea considerado un acto folclórico. "No somos folclore, somos cultura viva", agregó.
Por su parte, Carlos Enrique Sánchez, de la comunidad de Santa Bárbara en Cotacachi, aseguró que esta es una "fiesta muy sagrada, para la Madre Naturaleza, para celebrar la cosecha".
Sánchez dejó claro que el tapping y el ritmo no deben confundirse con un baile, ya que es un "baile con el que buscamos la armonía de todas las personas".
En años anteriores, el impulso por tomar el control de la plaza principal de Cotacachi ha estado marcado por luchas, algunas hasta la muerte, entre grupos indígenas, pero para Sánchez hace tiempo que pasó.
“Este es un homenaje a la Madre Tierra, es un baile de unidad”, con el que los indígenas de esta zona andina del Ecuador reafirman “su cultura e identidad”.
Algunos estudiosos de esta cultura afirman que la celebración de Cotacachi refleja el "coraje" de las culturas indígenas que más resistieron la conquista, aunque con el tiempo también se sometieron al sincretismo.
Por eso el ritmo, un sanjuanito andino, además de pingullos y tambores, también incorporó armónicos y guitarras españolas.
La fiesta finalizará el 30 de junio y, hasta entonces, los indígenas de Cotacachi seguirán pisoteando las calles aledañas a la plaza principal, señal de que ésta, ahora dominada por una iglesia católica, alguna vez fue solo de ellos.
El sol sigue siendo Dios para los pueblos indígenas de los Andes ecuatorianos, que celebran su llegada más cercana a la tierra con una celebración de agradecimiento por los cultivos y la vida comunitaria.
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