La churos colada del mercado central

En la ciudad de Quito, en el mercado central, hay un puesto de colada de churos. ¡No puedes dejar de visitarlo!
Su carne Varía del beige al gris verdoso y es rica en minerales como azufre, calcio, magnesio, manganeso, zinc, yodo y cobre, además de contener vitamina C. Es baja en grasas, en comparación con las carnes que consumimos habitualmente, como como vacuna, pollo y cerdo. Y por tanto tiene pocas calorías, calculando que cada 100 gramos de carne de caracol aporta entre sesenta y ochenta calorías. Contiene una gran cantidad de minerales y poca grasa y un 80% de agua, lo que la hace ideal para personas con dietas hipocalóricas, diabéticos, etc.
El churos cobran vida y se llenan de tierra, tan frescas como están; Por eso necesitan todo un proceso antes de ponerlos a la venta o prepararlos para acompañar la colada. Ester Díaz dice que los lava hasta siete veces, pero entre lavado y lavado debe dejarse una hora para que salga toda la suciedad que a veces se encuentra en el caparazón. Pasado este tiempo se ponen en un recipiente con abundante agua y se mueven mucho para que suelten las impurezas pegadas en las conchas. Luego se dejan en agua por una noche, para que la carne salga de la cáscara y se absorba fácilmente en el momento de su consumo.
Los churos se hierven en una olla, y hay que tener cuidado hasta que tomen consistencia y retirarlos en el momento exacto, porque si los dejas cocer el molusco se puede encoger. Luego se escurren y se pasan en agua fría para que dejen de cocinarse. Se comen principalmente hervidos, acompañados de limón.
Sin embargo, a la mayoría les gusta comerlos acompañados del tradicional fundición de los tres granos. Esta ropa está preparada con arveja, frijol sí Harina de maíz, y se debe hervir durante más de cinco horas, lo que garantiza que esté bien cocido y que el sabor originall de comida.
Este plato tiene comensales de todas las edades. Los niños y adolescentes comen sin problemas. Los adultos disfrutan de esta fiesta sin olvidar que hay toda una historia detrás de esta comida poco conocida. Es el caso de Azucena Lema, que tiene un puesto de artesanía en la Plaza de Ponchos. Va todos los fines de semana a comer el colada con churos. Lo ha estado haciendo desde que tiene uso de razón. Sus abuelos solían preparar esta comida en casa, pero ahora, como no es fácil de conseguir, prefiere comprar. Por su parte, Martha Gulsaqui asegura que su familia es fanática de este comidaComo sus familiares están en Estados Unidos y Europa, han pedido enviar los churos, pero la aduana no se lo permite.
Deja una respuesta