Zabala artes, el rey de la cima
hace 3 años · Actualizado hace 10 meses

Si está planeando visitar Quito, revise sus habilidades con la peonza, con un poco de suerte puede presumir frente a sus hijos cuando visiten este taller artesanal de Quito.
¿Qué deberías saber?
- El rey del spin te espera en la calle Juan de Dios Morales, más conocida como calle La Ronda en El centro histórico de Quito
- La casa 925 del costado más cercano a la calle Guayaquil alberga el taller del maestro
- Vende tops de 2, 5, 6, 11 y hasta $ 22
- Su almacén es también su taller, por lo que puedes encontrarlo alrededor de su torno, haciendo giros.
- Si tienes suerte, podrás ver una demostración de cómo los quiteños de Cepa hacen peonzas
- Está abierto de lunes a domingo de 10 a 17 horas.
- Aquí podrá disfrutar de juegos tradicionales como la campana y la goma elástica.
¿Recuerda la emoción que sintió cuando le regalaron una peonza cuando era niño?
Ese mismo sentimiento es lo que experimentan los turistas nacionales y extranjeros cuando visitan La Carita de Dios se encuentran con el rey de la cima, Don Gerardo Zabala. Y es que la peonza, un invento chino, está presente en todas las latitudes del mundo y también está presente en los recuerdos de infancia de la mitad de la humanidad.
Sin embargo, en estos tiempos modernos, el top mudo y en todas partes, ha perdido toda la esencia que guardaba en su interior. La madera fue reemplazada por plástico y la artesanía fue reemplazada por procesos industriales.
¡En todas partes, excepto en Quito!
Y es que, en pleno corazón de La Ronda, en pleno centro histórico de Quito, Zabala Artes exhibe toda la tradición del trompo. Su dueño, Don Gerardo, no solo vende sus tops, sino que va un paso más allá, transformando el top en toda una experiencia turística.
Su lugar está lleno de peonzas, de todos los tamaños y colores, se puede sentir el aroma de la madera y el sonido del torno atrae la atención de los turistas que pasean por La Ronda.
Don Gerardo, quiteño de 67 años, te recibe con una amplia sonrisa y cuando ya se ha formado un grupo, comienza su ritual. Primero explica a los turistas los diferentes tipos de peonzas, pasa frente al tótem con el que Leonardo DiCaprio recupera la cordura en su película Inception y muestra con orgullo un cushpi, la cima ceremonial del Cultura Caranqui, que hace más de 3000 años ya bailaba hasta las pestañas entregadas con una beta cabuya.
Luego enciende el torno y en unos minutos hace una peonza. Su trabajo tiene algo de mágico, ver la transformación de un bloque de madera en una hermosa tapa emociona a cualquiera. Pero el espectáculo apenas comienza, ya que Don Gerardo se prepara para someterse a un riguroso proceso de control de calidad. Y digo riguroso, ya que la parte superior se somete a una serie de malabaristas para demostrar que está equilibrada.
El olor a madera se impregna en mis recuerdos
Gerardo es la cuarta generación de una familia ligada a la madera. Su bisabuela, en via Rocafuerte, tuvo el primer distribuidor de madera en Quito, su abuelo una tienda de muebles y su padre un taller de tapicería en 9 de Octubre y Foch.
Compartió su infancia con un grupo de chicos, hijos de artesanos de diversas profesiones, que compartían un conglomerado artesanal. Tenía 10 años cuando dio su primer paseo en el torno de un vecino y con sus amigos practicaron el arte de vender, en su primer taller imaginario.
Después de dejar la escuela, su amor por las peonzas lo llevó a "encontrar un trabajo”, En la tienda de su padre. Fue allí donde su imaginación comenzó a girar, tan rápido como sus giros. Los vecinos quedaron asombrados al ver cómo esa guambra lograba hacer nuevos modelos o construir su primer torno en la punta del hierro viejo.
Le dieron una tarea importante.
Cuando ingresó a un concurso de méritos organizado por Quito Turismo, Gerardo no estaba seguro de cuál era el objetivo de esta actividad. Fue cuando ganó la competencia cuando supo que, a partir de ese momento, era el encargado de mantener la tradición de los juegos tradicionales de Quito. El concurso llegó con un laboratorio, ubicado en La Ronda y desde entonces ha llevado a cabo con rigor la tarea que se le había encomendado.
Y es que Don Gerardo comprende la importancia que tiene su profesión para el turismo de la Carita de Dios. Es testigo de cómo los turistas no son indiferentes a las tradiciones quiteñas, sabe que al contrario de lo que se pueda pensar, los turistas se entusiasman con nuestras tradiciones, como cuando frente a su actividad saborean deliciosas empanadas al viento, o cuando bailan en al ritmo de la chulla Quito o como cuando vuelven a hacer niños en su laboratorio.
El taller de Zabala Artes es un destino imperdible para los turistas que visitan el centro histórico de Quito, un lugar ideal para incentivar el encuentro de generaciones, de abuelos que quieren lucirse frente a sus nietos mostrándoles cómo jugaban en su época, lejos de los teléfonos inteligentes y los videojuegos.
"La rotación despierta la imaginación, contemplando su movimiento, los niños aprenden las leyes de la física y los adultos sueñan con helicópteros y turbinas"
Entonces, si está planeando visitar Quito, mejore sus habilidades de trompo y, con un poco de suerte, puede presumir frente a sus hijos.
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